jueves, 26 de julio de 2007

LA INCONSISTENCIA DE LA DEMOCRACIA Y LO SUPERLATIVO DE LA CORRUPCIÓN

El Estado ecuatoriano, victimizado por las prácticas deshonestas, ilícitas e inmorales, entra al siglo XXI con una profunda debilidad institucional y un manifiesto hendimiento de la unidad social frente a los problemas que la atañen cotidianamente. El nuevo siglo, que es también el inicio del nuevo milenio, nos enfrenta a un mundo en el que la mundialización cultural y la globalización económica, son como dos monstruos que se han propuesto repartirse, sin afectarse mutuamente mas bien cooperándose, las riquezas –culturales y económicas- que generan los pueblos de todo el orbe.

El ecuador afronta una crisis local producida por la infección inmoral que se desarrolla en su estructura institucional y social, crisis que devenga en una incapacidad para crear alternativas de desarrollo, mismas que son de valor extraordinario si lo que se quiere hacer es embarcarse en este tren de la unidad económica transnacional.

El sistema democrático ecuatoriano, a lo largo de la existencia republicana de la nación, ha sido profundamente trastocado en su espíritu para dar paso a otros tipos de cracias, plutocracias o mesocracias, que miran a la consolidación de los poderes grupales, anteponiendo el interés individual por sobre el colectivo, como factor determinante en el ejercicio de la administración de la cosa pública.

La democracia ecuatoriana es inconsistente, no ha podido fortalecerse ni eternizarse como un modo de vida del estado, de ahí que permanentemente se desbarate al estado con la fractura de la democracia. Esta fragilidad obedece, desde mi concepción, a dos motivos estructurales y dos modales; en relación a los primeros debemos decir que 1.- El Ecuador nació en un momento en que la avaricia y las ansias de perseverarse en la historia latinoamericana, eran el verbo rector de la actuación de los próceres independentistas de la región, el fraccionismo fue entonces el medio idóneo para satisfacer tales anhelos, una nación que nació de un encono estaba predestinada a ir creciendo en medio de otras degeneraciones de la pasión. 2.- La incongruencia en el manejo del aparato estatal, es a mi modo de ver, el segundo -y permanente- motivo del desequilibrio democrático del país, y es que basta con revisar someramente la historia para darnos cuenta que cada vez que un detentador del poder político buscaba su legitimación, dictaba una carta política a fin de que se le reconozca una calidad de gobierno democrático fortalecido en la constitución. un estado periódicamente mal manejado es sin duda causa de su debilitamiento estructural.

Mas allá de ir a la estructura del estado solamente, creo que hay causas modales en la sociedad que ha viabilizado la fragilidad de la democracia, esto es por un lado el gran divorcio que hay entre el estado y la población, a pesar de ser tan necesarios el uno del otro vemos que durablemente la sociedad no esta al pendiente de lo que el estado hace ,con este estado de apatía patrocina a que cada vez sea menos democrático. Por otro lado la sociedad adopta como validas conductas que son reprochables en el ámbito estatal, y aquí es donde aparece la corrupción, la inconmovible concepción de que la corrupción es mala pero que hay que aprender a vivir con ella es lo que ha favorecido al despunte de esta al punto de que se enquiste en las instituciones del estado de manera tal que las ha corroído casi por completo.

La corrupción es el principal enemigo de un estado puesto que lo desautoriza frente a su papel de garante del desarrollo social.

En el contexto global las sociedades que han bajado sus niveles de corrupción están mas preparadas para asumir procesos de integración, puesto que estos procesos requieren de un estado eficaz que aproveche el espacio de acción para fortalecerse hacia lo interior de su país. El estado ecuatoriano es un estado débil si de consolidación democrática se habla pero fuerte si se lo ve desde la destrucción de sus instituciones y es que no podemos ser ciegos frente a la realidad: un estado infectado de corrupción es un estado inválido frente a la tutela judicial efectiva, a la satisfacción de las necesidades básicas, a hacer posible la gobernabilidad y a cumplir los fines para los que existe.

La sanidad estatal debe existir como una política del estado. Atrás debe quedar lo superlativo de la corrupción y se debe mirar a la construcción de un estado justo, solidario y al permanente servicio de sus ciudadanos.

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